Daniel Goleman, en su libro "Emotional Intelligence", define la inteligencia emocional como "la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás; la capacidad de motivarnos y la capacidad de manejar las emociones en nosotros mismos y en las relaciones con otras personas".
Goleman plantea que la inteligencia emocional se compone de cinco habilidades principales:
- Autoconciencia.
- Autorregulación.
- Habilidades sociales.
- Empatía.
- Motivación.
Por consiguiente, en el día a día del aula hemos de fomentar, a través de una metodología activa, significativa y que parte del centro de interés de nuestro alumnado (Decroly), la experimentación de las emociones y la expresión de las mismas. Una forma efectiva de abordar la educación emocional en nuestras aulas es tener presentes las Inteligencias Múltiples de Gardner.
Por lo tanto, si hacemos conscientes a nuestro alumnado de sus capacidades o inteligencias y favorecemos que desarrollen aquellas en donde no destacan, siempre atendiendo a la diversidad, estaremos abordando el proceso de enseñanza-aprendizaje no sólo en contenidos sino en el ámbito personal y emocional. Esta sinergia entre educación emocional y desarrollo de las inteligencias múltiples son el motor que impulsa un aprendizaje integral de la persona.
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